Y a veces no tengo demasiado tiempo para ir a buscarte
No me tomes demasiado en serio cuando leas estas palabras querido lector,
pero siento la necesidad de contarte y confesarte que quiero acostumbrarme
a ver como expulsa el humo poco a poco, a su cajetilla asomada por su pantalón
y a cada una de sus colillas.
A como en su ropa se impregna rápidamente el olor agrio del tabaco
y como configura puzzles con ese humo inquieto que no para de moverse.
Quiero acostumbrarme con su llegada y joderme con su huida al final de la jornada,
y sobre todo, todos esos putos lunes que no me dejen ir a verlo.