Hablemos en formarto susurro de las ruinas de la ciudad encantada, de las ruinas de un amor que no volverá o de si duelen las cicatrices.
Hablemos de las ojeras, de porque me muerdo las uñas o del miedo a las alturas.
Hablemos de porque bebemos para volvernos un poco más valientes y un poco más locos.
Hablemos de las grandes ciudades y sus ciudadanos de sus prisas o sus indiferencias.
Hablemos de las treguas en las partidas y en el partido que nos queda.
Hablemos de tus sueños, pero también de tus pesadillas.
Hablemos del movimiento y las leyes que rigen el universo.
Hablemos de tus lunares, de como hacer viajes sin viajarte con naves.
Cuéntame tu secreto y tu locura que se esconde de la luz y solo se deja ver a oscuras, háblame de ti, de tu pelo, de tus heridas de guerra, de tus caídas y subidas. Ahora sí, deja que me hablen tus ojos, deja que hablen tus labios y me cuenten los secretos que tu mente no es capaz de reproducir, deja que tus manos me curen y hagan trazos por medio de mi espalda, deja que hable tu aliento, que me transmita tu calor y tu miedo a las alturas, Apaga esta lámpara y déjate llevar por el mar del deseo y de los deseos, deja que venga la magia y nos pille solos y en la cama, olvidando los detalles de la ropa de más o de menos, deja que nos invada esta sensación o este amor que nos hace estar así, deja que el amor nos haga a nosotros y que nosotros lo arreglemos follando por la habitación, por sus rincones, por sus paredes, llenándolo todo de nuestra voz ahogada suavemente sobre la piel del contrario. De como así es más fácil desintoxicarse del dolor y desinhibirse de la realidad, de como se come el tiempo comiendo las palabras. Amanecer por la luz del sol y en la almohada a los pies, por la fiebre y las frases libres y dominadas por la contaminación de un almancén de condiciones, el sonidos de los muelles que nos invade.