Y de repente llega, así sin más como un truco de magia y no intentes buscar su explicanción porque no la encontrarás. Te invade y desorienta y solo tienes ganas de plantarte tus zapatillas ya rotas, salir a la calle y comerte el mundo montada encima de una tabla. Esas cuatro ruedas que te llevan sin rumbo fijo a donde ir y de camino te viene la inspiración y lo clava y eso te da una satisfacción total, y solo tienes ganas de repetirlo una y otra vez. Y te caes, porque siempre te caes, y te ríes de tu caída pero la coges de nuevo y te subes sin pensartelo dos veces casi por inercia y sin darte cuenta otra vez estás deslizándote entre las baldosas, manteniendo el equilibrio que a estas alturas te sobra y vuelas en tu fantasía, pero esta vez fallaste. Pero vuelves a probar, hasta que lo consigues de nuevo, y vuelta a la satisfacción.
