Dame la mano y pierde el miedo, que me arriesgo a ser la primera en saltar.
Quiero sentirte contra mi piel, suave, contra la espalda. Por la mañana y sobre todo los días que llueva y no salgamos de la cama en todo el día. Que las sábanas sean el campo de batallas entre el miedo a ser o no ser, y que los besos sean la cura de las heridas de guerra. (...)
Llámame, con la ''ll'' no voy a ser una de ellas. No necesitaré tus cuentos infatiles, ni tus notas de amor.
Necesitaré tu voz
Quiéreme ''con cada letra'', ''viviéndolas al máximo'', ''demostrándolo en cada gesto''
Seré honesta. Me vuelves loca.
Y estoy segura que los caminos a ninguna parte exiten y que solo tenemos que elegir el que sea correcto para nuestros pies. Y sigo aquí a la entrada del precipicio, dónde te espero cada noche justo cuando las estrellas que llamamos farolas se apagan y dejan paso a las estrellas de verdad, esas que tienen un sentimentalismo romántico que nadie comprende.
(...) Y vuelve a ser de día, uno más, un día más que promete ser otro de los que me demuestran que las hojas de un calendario son únicas e irrepetibles. Y ese día, simplemente por ser ese día. Me levantaré cinco minutos antes, despertándote conmigo, a base de besos y cosquillas, y escuchar tu risa como despertador. Y morirme de ganas de ti. Me pondré tu camiseta como única ropa y te perderé de vista para prepararte ese café que tanto te gusta a medias y me asaltarás por detrás. Agarrándome fuerte, oliendo la mezcla de ti con mi piel y sonreirás a quemarropa. Y solo por esos veinte minutos de ensoñaciones juntos, será un día para el recuerdo.
