Vamos, cógeme de la mano. Tranquilo, yo te llevaré sobre estas cuatro ruedas, déjate llevar, sumérgete, permítetelo.Viajar por las aceras del mundo, caminando por los andenes y agachando la cabeza frente a los semáforos en rojo, que obstaculizan los caminos. ¿Quién dijo que esto fuera fácil?
Existen los retrocesos aunque no nos gusten,
también los parones en seco frente al amar
y girarle la cara a los días malos.
Que no siempre es domingo y mucho menos es fiesta, que existen los lunes como existen los días grises encerrados entre estas cuatro paredes, espalda contra espalda, evitando no vernos, pero prohibiéndonos eso de no sentirnos.
Pecado de ti, pecado de mi.
A kilómetros de tus ojos y a un milímetro de tu piel.
Conjugando los verbos en gerundio es más divertido que pasar toda la vida mirando al frente con el imperfecto en la boca, ''que bien te sienta ese lápiz en la boca, y entre tus dedos escribiendo un futuro en la primera persona del plural. ¿Quién habló de escribir versos sobre estos acordes?
Que solo tenemos que coger un avión años atrás, comernos las calles de dos en dos y aparecer en un momento histórico, siendo sincera, no sé a quien quiero engañar; por ejemplo, en la caída del muro de Berlín tu sonrisa iluminaría hasta el más remoto rincón, cuando se apagan las luces tú me guías y sobre tu risa quiero surfear.
Produces el choque de las partículas y un velocímetro en el pecho similar a Stendhal en síndrome con su ritmo cardiaco a toda hostia, el vértigo cuando estás lejos y la confusión que produces en una mente aturdida por tu veneno, las alucinaciones que produces cuando me expongo a ti (cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas)
soy el que ha perdido el resto en tu suma asequible
