sábado, 17 de noviembre de 2012

No calls; just texts

Y los puntos suspensivos que dejamos al final de cada historia los usamos para unirnos a otras y así, de cierto modo, sufrir menos. Entrecerrar las puertas de los corazones en llamas siempre me pareció un buen método, ya que cerrarlas enteras me parecía un suicidio en toda regla; un suicidio tal como mandarle cartas al amor para decirte que te rindes y que por primera vez el gana. Dejándonos ganar por el primer capullo y dejándonos perder por el primer voleteo.
Busco tiempo. Para llenar un vacío que escondo, pero que hoy me muestro a mi misma, tirando por la ventana las oportunidades remotas y todas las dudas sobre un futuro. Las esperanzas y las cartas que nunca llegué a escribir en papel pero que sus ideales me queman por dentro. Hoy también dejo de mirar el espejo y miro el cristal de la ventana lleno de vaho, pero este ahora ya no cuenta historias; ahora me las cuenta la lluvia que no deja de repiquetear contra mi coraza. 
Y es que pierdo los hilos de los que cuelgo; 
Volviéndome loca ya que mis cuerdas no tienen a quien atarse. 
Perder la cabeza nunca ha sido una buena forma de empezar, pero siempre fue mejor perderla por algo que por alguien. Los alguienes te cierran los ojos y después te disparan a quemarropa.