Hace tiempo que echo de menos escribir a bolígrafo sobre un folio en blanco, sentir como la tinta impregna el papel poco a poco marcándolo para siempre. Pero ese vacío blanco tan inmenso me hace pensar demasiado y las ideas se acumulan y no sale nada bueno de ello.
Es otoño. Y domingo. El primero. Sería raro no escribir hoy. Lluvia. Viento. Y mil millones de ideas condenadas entre las líneas de control dispuestas a disparar a la mínima de cambio. Aun no hace frío, pero todos temblamos.